DEDICATORIA:



Dedico con mucho cariño este blog a los buenos amigos que se prestaron gratuitamente a ejercer de improvisados actores para que Tele-Le fuera una "realidad". Especialmente a Jesús; pese a todo, él sigue conmigo.

viernes, 5 de febrero de 2021

INSTITUTO DE BELLEZA PAPO NERTEGUAPA


 HISTORIA REAL COMO LA BIRRA MISMA

-CAPÍTULO 12-

-INSTITUTO DE BELLEZA “PAPO NERTEGUAPA”-

Continuando con los preparativos y resuelta a ser la admiración de todos sus invitados, Sestampana se acercó al instituto de belleza que regentaba su amigo Papo Nerteguapa.

Papo recibió a su clienta galante y adulador y tras examinarle rostro y cabello, la puso en manos de Esasgreñas Telascorto -uno de sus mejores estilistas- para comenzar la laboriosa sesión de embellecimiento capilar -tarea ardua a priori- porque Sestampana no quería que le cortaran ni un solo centímetro de melena a pesar de que tenía las puntas más abiertas que las piernas.

Pasaron a una cabina privada y comenzó el larguísimo tratamiento de cabello: cremas, masajes, tinte, mechas… una mascarilla reparadora al aceite de garbanzos con pellejo para hidratar y fijar el color...

Esasgreñas tras aplicar la mascarilla, cubrió el cabello con una toalla y llamó al director de estética escandinavo: Yomackillo Tusojeras para que comenzara su trabajo y así aprovechar los tres cuartos de hora que debía permanecer actuando el aceite de garbanzos con pellejo sobre el pelo de la novia.

 Yomackillo Tusojeras, era experto en tratamientos faciales y maquillajes de novia, pero Sestampana sólo quería que Yomackillo le diera unas pequeñas nociones de cómo ponerse guapa. Pretendía peinarse y arreglarse ella sola el día de la boda.

Quería ser la sensación de todos sus invitados y que absolutamente nadie la viera arreglarse. Entraría en su cuarto sola para salir de él preciosa, despampanante, o como su querido novio decía: “Estampanante”. Nunca una novia causaría la sensación que ella iba a causarles a todos.

Yomackillo Tusojeras, además de buen profesional era chismoso y no pensaba quedarse con las ganas de preguntar a su clienta –y otrora amiga- todo lo que se le ocurriera. Pronto comenzó a disparar su artillería.

-      Así que ¿te casas? -preguntó mientras embadurnaba de cremas y masajeaba la cara de Sestampana Tolrato.

-      Pues sí, me caso mañana.

-      Cuando yo me casé no pude pegar ojo en toda la noche; estaba muy nervioso pensando si la profesión de mi -entonces novio- daría para vivir holgadamente.

-      ¡No sabía que te hubieras casado! –dijo sorprendida Sestampana.

-      Sí, hace unos meses me casé con mi gran amor Serguey Menkanta –contestó el estilista con amplia sonrisa.

-      Desde luego siempre te encantó ser gay –musitó irónica Sestampana.

-      Y a ti ser estéreo sexual –se apresuró a decir francamente molesto Yomackillo.

-      ¿Cuál es esa profesión de Serguey que tanto te angustiaba antes de la boda?

-      Mi marido es mago y levita.

-      Yo a mi novio también le-vito y mago la tonta.

-      ¡Vaya! ¡Qué ocurrencia! –dijo Yomackillo Tusojeras entre divertido y contrariado por dejarse “colocar” un chiste tan horrible-. ¡Bueno Sestampana! ¿A qué se dedica? ¿Tu futuro marido qué es?

-      Espedeólogo

-      Querrás decir “espeleólogo”.

-      No, es “pedeólogo”… ¡¡Tira cacho pedo!!

-      ¡No me digas que tu novio se pee delante de ti!

-      ¡Y detrás! Pero como es tan sordo, el pobre hombre cree que no los oigo. –contestó casi sin mover un músculo facial Sestampana.

 Esta vez los dos rieron la tontería.

 -      Fuera de bromas, ¿Tú no salías con un forense?

-      En realidad empezaron a llamarle “forense” porque nació fuera de aquí y porque apuntaba muy mal.

-      ¿Apuntaba mal en qué? –preguntó Yomackillo esperando otra “broma” de Sestampana.

-      Meaba fuera de la taza –dijo ésta sin inmutarse.

-      Sin duda alguna eres muy ocurrente; tienes mucho sentido del humor –continuaba diciendo Yomackillo sin dejar de masajear la cara de Sestampana.

-      Afortunadamente tengo sentido del humor, es lo único que me salva porque mi vida es para llorar.

 Sestampana habló en apenas un susurro que al avieso trabajador del instituto de belleza no le pasó inadvertido y cotilla redomado como era, no tardó en volver a la carga para que la clienta descargara toda su amargura y no sólo para relajar los músculos faciales que masajeaba con esmero y profesionalidad; en realidad lo hacía para enterarse rigurosamente de todo y poder contarlo a sus compañeros de trabajo.

-      Pero mujer, ¿qué puedes temer? Deberías estar emocionada, mañana te casas.

-      ¡Ya ves! De la emoción se me erizan los pelillos del sobaco con la consiguiente incomodidad al intentar bajar el brazo –dijo irónica y pretendidamente graciosa Sestampana.

-      Supongo que estarás feliz como toda mujer enamorada.

-      ¿Enamorada? ¡¡Preñada!! ¡Me caso preñada con el chico más feo del instituto!

-      Pero ¿quién es? ¿Lo conozco?... ¿No será Michél?

-      ¿A aquel que le llamábamos Michelín por gordo y sosote? No, a ese hace mucho que no lo veo. Todas mis relaciones se terminaban en cuanto me acostaba con ellos… no me duraban más que un día. El último fue Raúl Timatum, pero ni por esas.

-      ¡¡Qué promiscuidad hija!! –decía el metiche mientras le aplicaba una gruesa mascarilla.

-      ¡Estoy de los hombres hasta más arriba del rabillo de la boina! Y para colmo esta inoportuna preñez. Voy a tener un hijo sin padre ni perrito que le ladre –apenas podía decir mientras gruesas lágrimas pugnaban por salir y la mascarilla que le cubría el rostro se lo impedía.

-      Tienes que estar aquí tranquila y callada para que endurezca el ungüento de anacardo verde con aroma de pistacho que acabo de aplicarte.

-      Me pica un poco –balbuceó Sestampana.

-      Es normal, no te preocupes. Ahora regresaré.

 Poco después entró en la cabina Vayagreñas Kemetraes para comunicar a Sestampana Tolrato que ya tenía listo el acondicionador para el cabello y que en cuanto tuviera listo el resto de tratamientos que le estaban aplicando, comenzarían a arreglarle el pelo Esasgreñas Telascorto y él mismo, porque los dos estaban muy interesados en que su melena luciera perfecta el gran día. Dicho lo cual destapó un poco la toalla para mirar qué tal iba la mascarilla reparadora de aceite de garbanzos con pellejo y abandonó la sala apresuradamente pero sin decir ni una palabra más.

Enseguida regresaron los dos peluqueros y con premura disimulada lavaron el cabello para retirar por completo la mascarilla al aceite de garbanzos con pellejo, cuidando de no tocar el producto que la mujer tenía puesto en el rostro. De nuevo embadurnaron el pelo de su clienta, esta vez con una mascarilla calmante de lentejas al curri curri que te pillo que también utilizaban para fortalecer el cabello. Envolvieron de nuevo la larga melena de su clienta en una toalla; después salieron con la misma premura y silencio con que llegaron.

 Un buen rato después -que a Sestampana se le hizo eterno porque la mascarilla facial de anacardo verde con aroma de pistacho cada vez le picaba más- regresó Yomackillo Tusojeras acompañado de Yessica Cosa con todos los bártulos con que ésta realizaba manicura y pedicura a los clientes.

Sestampana se encontraba tumbada en la camilla con el cabello macerando en lentejas al curri curri que te pillo bajo el turbante, el rostro emplastado con anacardo verde con aroma de pistacho y envuelta en una toalla que le cubría hasta los pies. Yessica saludó amablemente a su cliente que apenas pudo responder con un leve movimiento de mano. Yomackillo Tusojeras en ese momento procedía a retirar la mascarilla de anacardo verde con aroma de pistacho que a excepción de ojos y labios, le cubría el rostro por completo.

Al retirar la mascarilla, Yomackillo Tusojeras se horrorizó al ver el rostro absolutamente enrojecido e hinchado de su cliente.

-      ¿No serás alérgica a algún producto de belleza? –preguntó preocupado y soltando un poco de pluma.

-      No, que yo sepa no… ¡Qué ganas tenía de que me quitaras esa maldita mascarilla! Me pica la cara, me escuece y me quema como el fuego.

-      ¿De veras no eres alérgica a nada? –seguía preguntando con aparente tranquilidad el profesional.

-      Bueno, a las legumbres y a los frutos secos, pero a cremas y esas cosas no.

-      ¡¡Dios mío!! ¡¡A los frutos secos y a las legumbres!!

-      ¿Qué pasa? –dijo asustada Sestampana-. ¿Ocurre algo?

-      Nada, nada, tranquila. Voy a aplicarte una mascarilla calmante porque se te ha irritado un poco la piel, pero no es nada que no tenga rápida solución.

 El estilista avisó a los peluqueros que raudos, con cara de preocupación, retiraron el producto capilar lavándolo con abundante agua. Luego envolvieron de nuevo el cabello en una toalla seca y salieron de la cabina con la misma rapidez con la que llegaron.

-      ¿Tardará mucho en desaparecer este escozor? –decía cada vez más molesta Sestampana.

-      Nada, no te preocupes, puedes estar tranquila que en un momento desaparece esa incómoda sensación.

 Yomackillo había omitido el verdadero estado del rostro de la mujer que estaba cada vez más deformado y con pinta de que iba a seguir así durante mucho tiempo más... quizás varios días; imposible que la deformidad desapareciera o pudiera disimularse para la boda que tendría lugar al día siguiente; aunque confiaba que la mascarilla calmante pudiera aliviar los picores e incluso bajar algo la hinchazón.

 Aunque avisó que el día de la boda se peinaría y maquillaría sola, Sestampana previamente había contratado en aquel salón de belleza “Papo Nerteguapa” un arreglo completo para sentirse hermosa ese importantísimo día. El “completo” incluía que le realizaran manicura y pedicura. Yessica Cosa se sentó a los pies de la camilla y descubrió los de la joven. La mujer no pudo reprimir una arcada y le preguntó a Sestampana si estaba de luto o si se dedicaba al marisqueo.

-      ¡Vaya mejillones que tenemos señorita! Voy a necesitar unos alicates para abrir patas de centollo –comentó irónica.

-      Bueno, en ese caso, utilizarás para mis pies el mismo alicate que para tu lengua -respondió molesta Sestampana.

 En aquel momento milagrosamente irrumpió en la cabina Lakosa Tajodía, recepcionista del centro de belleza y máster en cotilla redomada.

-      Yessica, me ha dicho el administrador que si has mirado en tu cartilla, que ayer dio la orden y aun no le notificaron si  te han ingresado el sueldo.

-      No, no me lo han ingresado, me lo tienen en observación…

-      ¿Entonces no podrás ir a las carreras de Ascot?

-      Imposible ¡¡Tengo un disgusto!!

-      ¿Por no ir a Ascot? Mujer, si allí sobre todo dan “ascot” los horribles sombreros de las señoras. No te pierdes nada si no vas. ¡Vete al pueblo de tu novio!

-      Pero ya estoy cansada de ir a Mieres.

-      ¿Por qué cariño?

-      Porque donde Mieres haz lo que vieres.

-      Bueno querida Sestampana, entonces ¿“contra quién” dices que te casas? –preguntó el chismoso maquillador Yomackillo Tusojeras dejando de lado los problemas vacacionales de su compañera-. Tenías mucho éxito con los chicos… Te tirabas a todo el que llevara pantalones.

-      No tantos, salí con dos o tres… pandillas; pero ninguno me llenó; o mejor dicho, uno sí me “rellenó” como un pavo, pero no sé quién podrá ser.

-      ¿Entonces no te casas con el padre de tu hijo? –continuó preguntando indiscretamente Yomackillo.

-      Ninguno de los posibles candidatos ha querido hacerse cargo de este bombo.

-      ¿Tu futuro marido sabe que tienes “El apartamento alquilado”?

-      Claro que lo sabe y no le importa en absoluto. Está muy enamorado de mí y encantado de “ser padre”.

-      Pobre, pues para hacerse cargo de hijo ajeno tiene que estar mu mal de cejas p´arriba  -apostilló con ironía Lakosa Tajodía que viendo la suculenta conversación se había quedado a cotillear.

-      Pero bueno ¡dinos ya el nombre! ¿Quién es tu víctima?

-      ¿Víctima? ¡No ofendas a mi futuro marido!

-      Oye, que la que lo estás ofendiendo eres tú -dijo indignado Yomackillo Tusojeras.

-      ¡Calla, calla no des notorio o no te sigo contando! –cortó Sestampana nerviosa por los picores en cara y cabeza y por los piques del maquillador, la recepcionista y la pedicura.

-      De todas formas, ha de ser muy buena persona –dijo conciliadora Yessica Cosa para no perder el gustosísimo cotilleo que tenía delante-. Criar al hijo de otro es un don.

-       Eso sí, mi novio nació con un don: es un don nadie… ¿Y el tuyo? –preguntó irónica Sestampana.

-      ¿Mi marido? Estribador.

-      ¿Será estibador, cargador y descargador en el puerto no?

-      No, no, te lo he dicho bien –contestó Lakosa Tajodía-. Mi marido es estribador: Se pasa el día “estribau” en la barra del bar –Rió.

-      Y el tuyo Yessica, ¿qué es?

-      Estomatólogo.

-      ¿Dentista?

-      No, cultiva tomates y es conde.

-      ¿Noble?

-      Noble muy bien pero lleva gafas –bromeó con el cambio de palabra.

-      Me refiero a que si es de la nobleza…

-      De la nobleza no.

-      ¡Cómo has dicho que es conde!

-      Esconde lo que ratea, es más bien ladronzuelo...

 Los cuatro rieron los dobles sentidos y los cambios de una palabra por un esperpento; mientras las trabajadoras, incluyendo a Yomackillo, continuaron a la carga.

 -      La verdad es que el marido de Yessica es “aviador”: mientras ella trabaja, él avía la casa –apuntó sin parar de reír Yomackillo Tusojeras.

-      ¡Qué bromistas sois chicas! –dijo con pocas ganas e insoportablemente molesta por los picores y escozores Sestampana.

-      Bueno, venga, dinos ya quien es tu afortunado novio.

-      Esterrato; me caso con Esterrato Tanagusto Toíto.

 Hubo un espeso silencio. Las trabajadoras que se afanaban masajeando cara, fisgoneando y desmejillonando uñas de los pies de su clienta se miraron cómplices con sonrisa guasona y a duras penas conteniendo la carcajada. Sestampana, la chica más guapa, despampanante y puta del instituto iba a casarse con el chico más feo nacido de madre.

-      Así podré comprobar si es verdad o leyenda que se amputó parte de su miembro podando el seto de su madre.

-      ¡Hija dicho así que mal suena! ¿Os imagináis? Quedó a su madre coñilampiña y él… Jajajajajajajaja

-      Te va a dar un jamacuco de reírte… aunque tengas razón.

-      Y si realmente es cierto ¿qué vas a hacer sin poder…? –Dijo Yomackillo con claro gesto de “sin poder follar”.

-      Pues me dedicaré a las manualidades.

-      ¡Qué bruta eres!

-      Me han dicho que con el “corchopan” se pueden hacer verdaderas maravillas… ¡Y con el profesor Estanislao Pontepaunlao!

-      No me digas que tú… también con el profesor –preguntó trémulo Yomackillo.

-      Sí y no era gran cosa la verdad.

-      Dependerá de las exigencias de cada una ¡guapa!

-      No me digas que tú… también con el profesor… –enfatizó Sestampana-. Qué razón tengo cuando digo que yo hacía la cala y “otros” se comían el melón ¡O la sandía! Vaya, vaya con Pontepaunlao, no sabía yo que hacía a carne y a pescao. ¿Sabe Serguey que te acostaste con Estanislao?

-      Serguey sabe lo que tiene que saber ¿Lo sabe Esterrato?

-      Esterrato sólo sabe a tocino si le untan.

 Viendo que el ambiente cada vez estaba más tenso entre Yomackillo y Sestampana, la recepcionista de la empresa, Lakosa Tajodía, dejó caer al suelo una bandejita plateada y el ruido les distrajo por un momento.

 -      Tu hijo va a tener mucha suerte –comentó Yessica Cosa.

-      Sí, Esterrato será un buen padre –afirmó Sestampana.

-      Me refiero que tendrá suerte porque no se parecerá a él.

-      Muy guapo no es, la verdad -remató Yomackillo Tusojeras soltando pluma como buen nórdico que era-. Aunque tendrá suerte, como es cegatoso no se dará cuenta que su hijo no se le parece en nada.

-      Esterrato no es cegatoso, es cejijunto. Tiene una sola ceja, más grande que la cola de un zorro, eso sí. Cada vez que le depilan las cejas rellenan dos almohadones –apuntó Sestampana.

-      ¡Exagerada! –gritaron a trío.

-      ¿Exagerada? No os miento, rellenaron dos almohadones de cama de matrimonio y si llegan a añadir los pelos del sobaco, hubieran rellenau un colchón de dos metros por dos –todos rieron con ganas.

-      Cuando volváis de la luna de miel vendrás a enseñarnos las fotos de la boda ¿verdad? No quisiera yo perderme detalle del bodorrio –dijo Yessica Cosa-. ¿Quién será vuestro fotógrafo?

-      No hemos contratado ninguno porque eran carísimos y dijo Esterrato que sería un gasto “superflúor”.

-      ¿Qué tienen que ver el dentífrico con las fotos? –preguntó sarcástica Lakosa Tajodia.

-      Si hija sí, no sabes la de patadas que le da al diccionario mi cegatito, -bromeó Sestampana-. Aunque en este caso tiene razón; seguramente todos los invitados a la boda traerán sus teléfonos móviles y como la mayoría hacen fotos buenísimas, haremos una selección con las fotos de todos ellos, y con las que salgamos más guapos haremos un álbum y nos ahorramos el dineral que nos pedía el fotógrafo.

-      Pues tienes razón, no merece la pena gastarse un pastizal si por bueno que fuera el profesional no podría hacer milagros.

-      ¿No querrás decir que somos feos? –preguntó molesta Sestampana.

-      Bueno, esto ya va estando, vamos a retirar la mascarilla –cortó Yomackillo saliéndose por la tangente.

 El estilista comenzó a retirar de la cara de su clienta el producto reseco. A medida que lo hacía y veía el estado del rostro de ella, el de él cambiaba de color y sudaba como poseso.

-      ¿Qué tal he quedado? ¡Estoy ansiosa por verme!

-      Lo que estás es monstruosa –dijo Lakosa Tajodia.

-      ¡Qué mala es la envidia! Venga, dame un espejo que no aguanto más las ganas de verme.

 Sestampana se miró al espejo y enseguida se arrepintió, no sólo de mirarse en él. La pobre chica hubiera querido no haber nacido para no tener que verse en aquella situación… ¡para no tener que verse y punto!

 -      ¿Pero esto es normal? –pudo al fin decir.

-      Bueno, muy normal no es, pero creo yo que no te durará mucho la hinchazón –trataba de excusarse Yomackillo.

-      ¿Hinchazón? ¡Soy una luchadora de sumo! Tengo los ojos más achinados que mis futuras suegras y el pelo churruscado. ¿Cómo voy a presentarme así mañana? ¡¡Es el día de mi boda!! ¡¡¡El día que soñé ser la chica más guapa de todas!!!

-      Tranquila mujer, seguro que se le ocurre algo bonito a la escritora.

-      Ese es el miedo que me da, conociéndola, vete a saber que perversidades se la ocurrirán para mañana. Afortunadamente no se la ha ocurrido inventarme tartajosa.

-      ¡¡Calla, calla Sestampana, no la des ideas!!

¡¡También tienes razón!!

-      Pues nada, tómate un antihistamínico y antes de acostarte, aplícate en cara y cabello un emplaste de jabón Lagarto en escamas y cuando te lo retires por la mañana hazlo con abundantísima agua hasta que desaparezca por completo, luego lavas el cabello con tu champú habitual, lo secas, moldeas y rezas para que la escritora esté inspirada.

-      ¿Inspirada? Lo que está es pirada perdida, que hay que estar muy loca para inventarse esta historia.

-      Tienes razón, loca mucho, pero hay que reconocer que tiene una imaginación fuera de lo común.

-      Sí… ¡Y no tiene abuela!

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