DEDICATORIA:



Dedico con mucho cariño este blog a los buenos amigos que se prestaron gratuitamente a ejercer de improvisados actores para que Tele-Le fuera una "realidad". Especialmente a Jesús; pese a todo, él sigue conmigo.

martes, 20 de octubre de 2020

LA MONCLOACA PARTE 3

 

 

HISTORIA REAL COMO LA BIRRA MISMA

 -CAPÍTULO 5-

-LA MONCLOACA-

(PARTE 3)

 Pasado un rato de silencios interminables, por fin se sentaron a la pequeña mesa camilla a degustar “el alimento” que las viejas orientales habían preparado para la ocasión.

Sestampana además de sed, comenzaba a estar hambrienta y esperaba alguna merienda de cumplido, una tarta, galletitas o un café por achicoria que fuera, con tal de no desfallecer deshidratada, pero nada más lejos de su triste realidad. Las viejas Toíto sobre la mesa camilla sin mantel, ni faldillas, ni pulcritud, pusieron un único plato y un vaso con asa de la misma porcelana “esporcellada” en el centro de la mesa. Una única cuchara con más roña que recién sacada de un vertedero para compartir por turnos los cuatro comensales, no invitaban mucho a comer aquella sopa fría con aguachirri de verdura que contenía.

 -      A levantalse que vamos a bendecil la mesa –ordenaron las japochinas-. Quelido Buda, te damos las glacias pol éstos manjales que vamos a degustal y te pedimos que el dolol de baliga no apalezca en nuestlas vidas. Concédenos podel eluptal pala libelal el aile y pedoleal a placel pala hacel bien la digestión. Con amol te lo pedimos… Amén

-      Amén –contestó ceremonioso Esterrato, dando un codazo a Sestampana para que hiciera lo propio.

 Tras la bendición y  sin hacer caso a las arcadas que le producía la situación, Sestampana cuando le tocaba la cuchara, sin saborear demasiado,  pudo calmar la sed y mojar sus labios ya que la pobre chica continuaba con la boca estropajosa y la sopa estaba más fría que el carácter de esas suegras mañosas para nada.

 -      ¿Vamos a comer todos del mismo plato? ¿No tienen ustedes más cubiertos? –preguntó.

-      En esta casa tenemos unas nolmas que has de acatal si quieles visitalnos de talde en talde. No te vayas a acostumblal y venil muchas jolnadas a dal el coñazo.

-      Bueno mamá ya veremos. Ahora vamos a comer tranquilos para que nos haga bien la indigestión.

 Comenzaron a comer y por orden metían la cuchara en el plato: primero una cucharada Kemesuda, después Mepika, tras ellas Esterrato y por último Sestampana. Unas cuantas “rondas” después, las chinas dieron por saciado su apetito y colocado la cuchara sobre el mantel, soltaron un eructo como rugido de hipopótamo acatarrau  y se apartaron de la mesa, recostando su espalda en la silla y cruzando los brazos bajo las mangas del kimono dispuestas a dar una cabezadita…

Sestampana se fijó que en el puchero aún quedaba un poquito de “sopo”. Después de la experiencia del vaso de agua que le hicieron beber y viendo el vaso desporcellau que tenía delante, no se atrevió a beber de él, pero sí se atrevió a preguntar:

 -      Doña Kemesuda ¿Puedo repetir menestra?

-      ¡Tú sablás! A vel, lepite: ME…NES…TLA. He plepalado esta exquisita sopa como plato único pala agasajalte y me palece una glotonelía extlema que quielas tomalte todo lo que había en el puchelo. En esta casa nunca se apula el plato hasta el fondo polque dejal un culillo es señal de opulencia.

-      No se preocupe señora, en realidad me conformo con beber un poquito del caldo, o un poco de agua –decía Sestampana con irrefrenables deseos de volatilizarse.

 No le seducía nada la idea de beber de aquel vaso, ni de cualquier otro en aquella casa pestilente, pero se moría literalmente de sed.

 -      Mal empezamos, pleñada y pedigüeña. Agua ya te di antes ¡y así me lo agladeces! Pelo bueno, te concedelé el deseo… come pala alimental bien a mi nieto. Total, tendlé que hacelme a la idea de que esa baliga es mi nieto –dijeron las viejas en voz queda, casi para sí mismas.

-      ¿Qué tiene esta sopa señora? –preguntó angustiada la joven, sacándose algo de la boca-. Se me ha clavado esto en el paladar.

-      Si, paladal y tomal… ¡Me estás poniendo neglita!

-      Es que la sopa es de verdura –insistía-. Y hay algo duro.

-      Dulo, dulo, ni dulo ni peseta. Me colté la uñas ¡Yo qué sé! Saltalía alguna al puchelo

-      ¡Qué asco!

-      ¿Asco? ¡Más sustancia pleciosa! Aunque la veldad, pleciosa pol decilte algo… Y encima has hecho que se me escape el sueño.

-      Bueno, mamá ya vale –cortó en seco Esterrato-. Además de para conoceros, hemos venido para hablar de los preparativos de la boda y aún no hemos dicho nada de eso.

-      ¡¡Plepalativos!! ¡Talde piensas en plepalal! ¡Esta mujel ya está plepalada hace mucho lato! –decían las futuras suegras tan antipáticas como aparentaban.

-      ¿Han pensado ustedes en qué restaurante podríamos celebrar el banquete? –cortó en seco Sestampana.

-      ¡¡Lestaulante!! No maja, todos son calísimos y yo soy muy loñosa. Aunque pensándolo mejol, vale, total, van a pagal tus padles ¿no?

-      Pues sí, mis padres pagarán el convite. Ya me he dado cuenta que son ustedes más roñosas que el propio óxido –comentó nerviosa Sestampana.

-      ¿No habrás venido a mi casa para insultar a mi madre verdad querida? –dijo ofuscado Esterrato.

-      Decir la verdad no es insultar, pero es que no me lo están poniendo nada fácil –se quejó con razón Sestampana.

-      Aquí la única fácil eres tú que tienes las piernas más abiertas que las puertas de un mercadillo –dijo el novio-.

-      ¡¡Para una cosa que dices, mejor estabas calladito guap… chico!! –concluyó molesta la muchacha.

-      Bueno, bueno callalse ya. Ha que dado clalo que el banquete lo pagalán tus padles y no se hable más. Pagalán el banquete y todos los gastos, incluida mi lopa de madlina -dijeron las groseras Toíto-. Pelo falta sabel una cuestión impoltante: ¿dónde pensáis vivil después de pasal pol la vicalía? –dijo cortando la discusión la vieja kemesuda al unísono con su hermana Mepika.

-      No sé, su hijo y yo aún no lo hemos pensado.

-      Cariño yo creo que podríamos vivir aquí con mi madre, ella es soltera y como la tía Mepika abulta tan poquito, en esta casa hay sitio para todos.

-      Ni hablal del peluquín, telminantemente plohivido nisiquiela pensal en venilse a vivil aquí ¡¡Faltalía más!! -gritó la madre al tiempo que la tía Mepika estornudaba ruidosa y repetidamente.

-      ¡Jesús! Pues yo creo que es lo  mejor, doña Kemesuda, así ustedes no tendrían que separarse de Esterrato –apostilló muy a su pesar Sestampana.

-      ¡Ni que hablal! –apuntaba Mepika con un moquillo y ojos llorosos de tanto estornudar.

-      ¡¡Que no!! -cortó en seco Esterrato.

-      Pelo hijo no seas cabezota, esta casa es muy pequeña pala todos. Podléis  ilos a vivil con tus padles ¿no?

-      ¡¡He dicho que no!! No puedo vivir en otra casa que no sea esta y no se hable más mamá –zanjó rotundo por primera vez en su vida el bobalicón.

-       Además el caselo no pelmitilá que viva más gente aquí, nos subilá el alquilel y no podlemos pagal ni un dulo más.

-      Eso lo arreglo yo isofausto –apuntó Esterrato-. El casero no nos cobrará ni una peseta más de alquiler, me tiene mucho aprecio, porque soy el pestilente de la comunidad.

-      Si majete, pestilente un rato, pero creo que lo que quieres  decir es que eres el PRE-SI-DEN-TE.

-      Da igual cómo se diga, él no me subirá el alquiler y punto.

-      ¿Quién es vuestro casero? –preguntó Sestampana.

-      El señor Armando Casitas. ¿Lo conoces?

-      ¡No, no lo conozco!

-      ¡Pues será al único hombre que no te has tirado cariño! –dijo el chico pegadito a la oreja de su puta novia.

-      No mi amor –dijo irónica-. Al único hombre que no me he tirado, ni me pienso tirar es a ti.

 Vivir en aquella casa no era lo que más ilusión le hacía a Sestampana, sobre todo después de la mala experiencia que estaba teniendo, pero la otra opción podría ser bajo un puente y no estaba dispuesta a criar a su hijito con tanta corriente, por eso siguió insistiendo.

-      Ya verán que bien, dentro de poco cuando nazca nuestro hijo podrán sacarle a pasear y…

-      ¡No te lo clees ni tú! A mi hijo podlás engañal-le polque además de capón es bobo, pelo a mí no me la cuelas polque tengo más escamas que dlagón viejo y la sabidulía de Buda goldo y olondo –decían las adustas viejas-. Nuestla cultula y costumbles no son fáciles de lleval a cabo. Estoy segula que nunca aplendelás a hacel bien la  levelencia.

-      Bueno, agacharse y soltar pedos no creo que sea tan difícil -se atrevió a contestar Sestampana.

-      Pala hacel levelencia hay que tenel alte, además segulo que ni selás capaz de complacel a tu malidito como se melece  un glan paltido como es mi hijo –espetaron-. ¡Menudo blaguetazo vas a dal con la feísima que eles!

-      ¡Bueno ya está bien! Me estáis sacando de resquicio porque a todo lo que yo hago le ponéis pegas y esta vez no aguanto más –gritó enfadado Esterrato Tanagusto-. He repetido hasta la zafiedad que estoy namorao de esta mujer y me voy a casar con ella, porque perderla para mí sería una castátrofe. Nos vendremos a vivir aquí con vosotras o no me volveréis a ver el pelo.

-      ¡Total ya estás medio calvo! –pensó de nuevo Sestampana incapaz de mediar entre madre  hijo y tía.

 Kemesuda Toíto, además de china, cochina y un poquito japonesa, era bruta, pero quería mucho a su hijo y no iba a perderlo por esa nadería.

 -      Vale, de acueldo, acepto, me has convencido; vivileis aquí siemple que no me llevéis la contlalia y hagáis lo que yo quiela que pala eso soy la dueña. –dijeron las chinacas unísonamente.

¿Sabía realmente Sestampana dónde se iba a meter? ¡¡Dos suegras!! Una de pelo negro y lacio y la otra, rubio y encrespado como matojo rodante de desierto; aunque a esas alturas aun no estaba muy segura de quién era quién.

 Una vez conseguido su objetivo y tras un rato más de protocolo, dieron por finalizada la aciaga visita, quedando en volver al día siguiente para ultimar los detalles de la boda.

Fueron acompañados por las chinas lentamente hasta la puerta por el mismo largo pasillo, con las mismas cientos de fotos a las que les fueron haciendo idénticas pausadas y pedorreadas reverencias…

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