DEDICATORIA:



Dedico con mucho cariño este blog a los buenos amigos que se prestaron gratuitamente a ejercer de improvisados actores para que Tele-Le fuera una "realidad". Especialmente a Jesús; pese a todo, él sigue conmigo.

jueves, 22 de octubre de 2020

UN FATAL ERROR


HISTORIA REAL COMO LA BIRRA MISMA

 -CAPÍTULO 6-

-UN FATAL ERROR-

Los temores de Esterrato no tardaron en cumplirse. El haberse calado hasta los huesos la tarde anterior, le produjo una dolorosa y enorme infección de oídos.

Pasó la noche delirando por la fiebre y cuando amaneció, se dio el susto más grande de su vida.

 -      ¡¡Mamá!! –gritó desesperado. Ven corriendo por favor.

-      Ya está este malcliado dando voces. ¡Ya voy! ¡Espela que estoy muy ataleada!

-      Pero te necesito… ¡No veo! ¡Me he quedado ciego! –gritaba aterrado.

Las gemelas asustadas al oír lo que decía Esterrato, se apresuraron hacia la habitación donde dormía su amado hijo… y sobrino.

Media hora después continuaban reverenciando y pedorreando fotos por el pasillo. Cuando casi una hora después llegaron sofocadas por el susto, vieron al pobre chico sentado en la cama gimoteando de dolor,  con el gesto demudado por el miedo pero sin que de sus ojos brotara una sola lágrima.

 -      Paleces tonto Estelato, vaya susto que me has dado ¡pala esto me haces venil coliendo que he estado a punto de lodal pol los suelos!

-      Mamá, te oigo pero no te veo, me he quedado ciego –decía el chico verdaderamente asustado.

-      ¿Ciego? No quelido, ciego no, estás llenito de legañas. En cuanto te laves, velás como ves.

 Las gemelas Kemesuda tenían razón. Esterrato tenía los ojos con pegotones de legañas como resina de pino y una vez se hubo lavado y pudo abrir los ojos, comprobó que efectivamente no estaba ciego. Telefoneó a su médico de cabecera el doctor Ramony Tekuro Nipiensokurarte; le explicó los síntomas y el galeno le recetó sendas gotas óticas y oftálmicas, aunque le advirtió que no iría a verle a casa porque las gemelas le hacían perder la mañana en reverencias.

Esterrato pese al dolor de oídos y lagrimeante escozor de ojos, decidió ir a la farmacia él mismo, porque su madre y su tía solían llevar la merienda para el camino y eso que la farmacia estaba a veinte metros de la Moncloaca.

Pronto estuvo el doliente de regreso en casa con el remedio que fue peor que la enfermedad.

Le pidió a su madre que le aplicara las gotas en sus enfermos orificios y ésta, como habréis imaginado mis avezados y queridos lectores, confundió los botes, aplicándole a su hijo el remedio ótico en los ojos y el oftálmico en los oídos.

No tardaron en darse cuenta del error, pero ya era demasiado tarde. Esterrato se debatía entre escozores y quemazón, al tiempo que ni oía ni veía.

El doctor Ramony Tekuro Nipiensokurarte había recibido el aviso de otro paciente no lejos de la casa Tanagusto Toíto y decidió acercarse a visitar a Esterrato.

Las gemelas abrieron la puerta al médico y enseguida le pusieron al corriente de lo que acababa de ocurrir.

Comenzaron su lento caminar por el pasillo y el doctor Ramony Tekuro, no quiso aguantar tantísimo rato porque sabía que era primordial comenzar rápido con la cura del muchacho.

Pidió a las gemelas que le dejaran pasar, pero estas, acérrimas a sus costumbres, dijeron que “de ninguna manela”, por lo que el doctor les dio un fuerte empellón que casi da con las viejas de bruces contra el suelo.

Pronto estuvo al lado de Esterrato y comprobó hasta donde tenía daño. Don Ramony Tekuro Nipiensokurarte, como pudo tranquilizó al chico, le dijo que quizás en un par de días se le habría pasado el efecto, le recomendó visitar al otorrino y al oftalmólogo, aunque en cualquier caso, durante un tiempo no podría ni ver ni oír bien… bueno, bien ya hacía años que no veía ni oía acorde a su edad, pero con el lamentable error habían empeorado sus sentidos más importantes.

Apenas el doctor salió de la casa, Esterrato telefoneó a su novia para que le acompañara. Ella llegó nerviosa y él ya la esperaba a la puerta.

-      ¿Qué te ha pasado cielo?

-      He tenido un despiste y el doctor me ha dicho que tengo que ir al ampulatorio para que me vean el doctorrino y el culista, aunque no lo  entiendo la verdad, porque los ojos que se me han puesto malos son los de la cara no el del culo.

-      No te preocupes amor, enseguida estarás bien –mintió-. Pronto verás y oirás como antes.

-      Pues entonces no estaré bien, estaré como siempre. El doctor Ramony Tekuro Nipiensokurarte me recetó Europrofeno y por suerte los dolores se me han pasado.

 Raudos habían llegado al ambulatorio y pidieron cita con el doctor Lesaka Lakaka Konunbastoncillo, prestigioso otorrino, que tras examinar a Esterrato, no le dio más que un aprobado raspadillo, recomendándole reposo durante un par de días.

Haciendo caso a su doctor de cabecera, acudieron a la consulta del afamado oftalmólogo: Mispupilas Sinlegañas. El acertado diagnóstico en este caso fue claro: “No se puede ser más tonto” y para la curación de este mal, aún no se ha descubierto fármaco alguno.

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