HISTORIA REAL COMO LA BIRRA MISMA
-CAPÍTULO 5-
-LA MONCLOACA-
( Y PARTE 4)
La pareja se encaminó acaramelada –o algo así- de regreso a la casa de ella, que lejos de sentirse feliz por la inminente boda, lloraba pensando en el futuro nefasto que la esperaba al lado de su novio, su suegra y la tía china.
Sin darse cuenta del llanto de su amada, Esterrato preguntó:
- Cariño ¿qué te han parecido mi madre y mi tía?
- Chinas –contestó escueta y desganada.
- Eso es invidente, pero yo me refiero a qué impresión te han causado.
- Más que impresión ha sido susto ¡un pánico que te cagas!
- La verdad es que son un poco especiales –apostilló Esterrato.
- Y feas, muy feas –enfatizó concluyendo Sestampana.
- Bueno mi vida cuando vivamos con ellas les tomarás cariño.
- ¡¡Y el pelo!! ¡Menudas risas me voy a echar de ellas!
- Risas no sé, porque no tienen mucho sentido del humor.
- Ni del ridículo, sobre todo la rubia platino ¡Menudo estilismo! ¿Quién es su asesor? –preguntó socarrona.
- No, ascensor no tenemos, como has visto la casa es molinera.
- Visten muy mal, –continuó diciendo sarcástica Sestampana-. Imagino que no tendrán estilistas.
- Listillas, más bien listillas –apuntó el tonto con sonrisa bobalicona sin entender la ironía de su novia.
- ¿Y la manía esa de las reverencias? Van por la casa tan despacio que hacen caravana y voy a tener que llevar bocadillo para ir desde la cocina a la sala.
- ¡¡Qué exagerada eres vida!! Son costumbres anzrestales. Te acostumbrarás pronto a cumplirlas.
- Puesto que tenemos prohibido adelantarlas, me pelearé para no ir jamás detrás de ellas, sobre todo cuando tenga que ir cargada con la compra, porque me va a caducar hasta la mala leche –dijo la chica dejando escapar unas lágrimas de angustiosa incertidumbre.
- Tú tranquila, las pondré los putos sobre las ises para que aprendan a quererte.
- Me será difícil saber quién es quien, como las dos son iguales, para no confundirme, las llamaré por el apellido, así no habrá problemas. Con decir “Toíto” seguro que contestan las dos.
- Qué buena idiota has tenido querida. Enseguida has dado con el tis de la cuestación.
- Me gustaría que pudiéramos vivir en una casa para nosotros solos –comentó en apenas un susurro la atribulada chica.
- De momento no podemos tesoro; tengo un trabajo bien renumerado en el Ministerio de “Campos Caminos y Regatos”, pero con ese sueldo viven mi madre y mi tía, ellas no tienen otros ingresos… ¡bueno si! Una vez las operaron de pendicitis y estuvieron ingresadas varios días, pero no las pagaron nada ni nada.
- ¿Tu madre no trabaja? ¿Tiene alguna profesión? –preguntó Sestampana.
- Mi madre es lavandera…
- ¡Pobre! ¿No se cansa de estar todo el día ondeando en el mástil? –ironizó-.
- ¿Mástin? ¡No, perro no tenemos! –contestó sin entender a qué venía esa pregunta.
- Yo pienso que no están bien de la cabeza –se atrevió a decir.
- Bueno mi madre está un poco pernil.
- ¡Pues no la veo yo precisamente jamona!!
- Jamona no, pernil, que se la va la cabeza.
- Eso es bueno, que se la lave, que a tu tía le van a crecer geranios con tanto abono entre esa maraña de pelo –espetó-. Se dice senil –casi gritó-. Está senil.
- ¿Senil? Esa palabra no existe vida ¡Qué incurrencias tan geniosas tienes cariño! Te salen los humores con una espontaniedad pastosa.
Las lágrimas de Sestampana que por un momento habían cesado, arreciaron como lluvia de tormenta; el chico era mucho más idiota de lo que nunca pensó y jamás pillaba las ironías “humorísticas” que ella lanzaba.
- Entonces ¿lavandera es tu madre? Pues no tiene mucha pinta de limpia la verdad.
- Bueno, hace muchos años que no trabaja porque la despidieron el primer día por llegar tarde.
- ¿Y no ha trabajado nunca más?
- Mi madre ha tenido una vida llena de sinsudores.
- Normal, si no trabaja, poco sudará.
- Es dama de casa de profesión sublabores; vamos, se dedica al cuidado del ahogar.
- Pues ya podía haber practicado contigo… -ironizó de nuevo-. Miedo me da que no acepten a nuestro hijito.
- No sufras por eso, ella se devora por tener un nieto. Tiene tantas ganas que para estar preparada quiere ir a clase de analfabetización para adultos.
- Pues no me ha parecido precisamente amable y mucho menos cariñosa… ninguna de las dos.
- Bueno, un poco bruta si es mi mamita. Siempre me ha contado que al dar la luz no rompió aguas, las espanzó. Pero no te preocupes que ya verás cómo pronto las tendrás en el botete.
- Pues cada vez me dan más miedo.
- Yo también estoy con el alma en vinilo, lo que pasa es que a ellas les ha pillado de sospetón todo esto de que me haya echado novia y además que vayamos a tener un hijo siendo como soy.
- ¿Feo? ¿Tonto? ¿Sordo? ¿Ceganiles? ¿Calvoroto? ¿Desdentado? ¿Impotente? ¿Sigo?
- Lo demás sí, pero no entiendo qué es sigo. Yo quería refirerme a que soy eunenuco.
Afortunadamente para Sestampana acababan de llegar a su destino. Ya en la cancela de la casa, al percatarse de las lágrimas que el sosaina interpretó de emoción, ofreció a su novia un pañuelo para enjugarlas; ésta tras sonarse ruidosamente la nariz, dio un beso de despedida al chico que comenzó a caminar hacia atrás para no dejar de mirar la cara de su novia mientras se alejaba. Ella, intentó devolverle el pañuelo agitándolo en equívoca señal de despedida.
- Querida, no agites el pañuelo al decir adiós, que me llenas la cara de mocos –dijo Esterrato en tono romanticón sin parar de sonreír-. Mejor me lo devuelves mañana lavado.
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