DEDICATORIA:



Dedico con mucho cariño este blog a los buenos amigos que se prestaron gratuitamente a ejercer de improvisados actores para que Tele-Le fuera una "realidad". Especialmente a Jesús; pese a todo, él sigue conmigo.

domingo, 24 de enero de 2021

LAS INVITACIONES DE BODA

HISTORIA REAL COMO LA BIRRA MISMA

-CAPÍTULO 10-

-LAS INVITACIONES DE BODA-

Dos días después, volvieron a verse en el mismo lugar habitual de sus citas. Sestampana estaba nerviosa por ver a su novio al que apenas saludó y rápidamente preguntó ansiosa:

-      ¿Has recogido las invitaciones de la imprenta? Estoy ansiosita por verlas.

-      Sí, pero… cariño, hay una cosa que te quiero decir, hay una reata de imprenta en el escritos que escribistes con tanto amor y  esmerlo.

-      ¡¡Miedo me da!! Trae a ver. Tenemos que repartirlas mañana mismo, así que como estén, no tenemos tiempo para mandar a hacerlas nuevas. Con errata o como sea, nos las quedaremos.

   Cuando Sestampana leyó aquel despropósito, no se cayó de culo porque estaba sentada. Si el texto era insufrible, es aspecto de la tarjeta era poco menos que horrorosa.

La pobre muchacha sabía que no tenía más opción que entregarlas a los invitados tal y como estaban, no tenían absolutamente nada, pero tiempo, aún tenían mucho menos, por eso optó por resignarse ya que este aún no es el capítulo de “pensar en resignarse”. Eso lo leeréis más adelante varias veces.

 -      Al menos han escrito bien nuestros nombres, el nombre de la iglesia y el del restaurante. –dijo-. El que no se conforma es porque no quiere.

-      No me puedo explicarme cómo han podido someter un error tan grande, porque yo les di el papel donde lo habías escrito.

-      ¿Estás seguro? –preguntó desconfiada la chica.

-      Bueno casi –dijo cabizbajo-. Olvidé el papel en casa, pero se lo dije todo de memorias porque había leído el papel muchas veces y lo sabía a las miles maravillas.

-      Ahora me lo explico todo ¡¡Qué habré hecho yo en la vida para merecer todo esto!! –decía llorando a moco tendido.

-      ¿Lloras porque estás emocionada verdad mi vida?

-      ¡¡Y tú estás idiota!! Es imposible que seas así, estás fingiendo ser tan bobo ¡estoy segura!…

-      No, no lo estés. Tú sigue leyendo para que te cierzores.

 Sestampana tardó un rato entre hipidos, llantos, lloros, y mocos tendidos hasta que pudo recomponerse un poco.

Había confiado quizás demasiado en que Esterrato sería capaz de hacer algo tan simple como llevar a la imprenta un papel que ella misma escribió de puño y letra previo haber elegido en esa misma imprenta la tarjeta que más le gustó de entre varios modelos, que nada tenían que ver con la horrible tarjeta que tenía en sus manos.

Visto el terrible resultado ¿qué habría podido ocurrir en la visita de su novio a la iglesia? Y algo casi tan importante o más: al restaurante.

 -      ¿Ya fuiste a la iglesia? ¿Hablaste con don Salvador Mido?

-      No, estaría dormido, yo hablé con don Pacorro.

-      ¿Don Pacorro? ¡No lo conozco! ¡Será nuevo!

-      El cura ese es un poco cascarrias.

-      Cascarrabias.

-      ¿Por qué me insultas?

-      ¡No empecemos! ¿Por qué se enfadó el cura?

-      Porque dice que vivimos pecadosos.

-      ¡¡No le habrás dicho que estoy embarazada!! –dijo horrorizada.

-      ¡¡No!! Embrarazada no, le he dicho que estás preñada, pero tranquila mi vida que ya le dije que nuestro niño no es mío.

-      ¡¡Esterrato!! ¡¡No sabes que los curas pretenden que las novias vayamos vírgenes al matrimonio!

-      Ahora sí lo sé, antes no.

-      ¡¡Qué habrás hecho Esterrato!! –decía desesperada-. ¡¡Qué habrás hecho!!

-      ¡Nada! ¡Hablar con el cura! Me preguntó si habíamos consumido no sé qué del matrimonio.

-      Consumado…

-      Y restado…

-      ¡Calla anda calla!

 Esterrato comenzó a caminar en silencio. Lo hacía en círculos para no separarse demasiado de su amada.

 -      ¡¡Quieres contarme de una puta vez y estarte quieto!!

-      Pero si me has dicho calla y anda…

-      No empecemos por favor. Continúa de una vez este relato que me vas a volver loca.

-      ¿De amor?

-      ¡¡De mierda!! ¡¡Habla de una vez!!

-      Pues como te iba diciéndote antes de que me interrumperías, fui a la iglesia de San Sirolé y pregunté por el pacorro. Me dijo que fuera más correto y le tratase con don. Le dije que yo nunca utilizo  persevativo.

-      ¡Dios mío! ¡Qué bochorno! ¿Qué te dijo?

-      Le contesté que no entendí lo que me decía, pero entró una señora y le llamó don nosecuantos y ya lo entendí.

-      Bueno venga Esterrato, cuéntame cómo fue la conversación.

-      Le dije: don Pacorro, que vengo de parte de mi novia a ver si nos puede usté casar el día “diosmenguante” en el altar de Santa Rita Rita lo que se da no se quita.

-      ¿Sois los dos solteros? –me preguntó.

-      Yo sí, mi Sestampana también.

-      El matrimonio ¿lo habéis consumido?

-      No sé don Pacorro, yo no tengo costumbre de tomar cosas de endrogaditos.

-      ¿Habéis dormido juntos? –siguió preguntando y apuntando en una libreta. Ya sabes, “dormido” juntos.

-      No, porque yo quiero venir San José a casarme.

-      ¡¡Será Virgen!! –gritó el clérigo.

-      Ella virgen, yo San José ¿no?

-      No, ella virgen y tú también ceporro.

-      No me insulte don Pacorro que yo a usté no le estoy faltando al respecto.

-      A ver cómo te lo explico –dijo don Pacorro resignado-. Ser Virgen hijo mío…

-      ¡¡Es usté mi padre!!

-      ¡¡Qué dices mentecato!!

-      No, don Pacorro, me llamo Esterrato no pentecato.

-      Vamos a ver muchacho, que no te veo muy listo… ¿¿habéis follau?? –dijo fadadísimo don Pacorro.

-      ¡Yo no!

-      ¡¡Supongo que ella tampoco entonces!!

-      Ella sí, mucho ¡figuresiusté que está preñada y el niño no es mío! Y es más ¡¡No sabemos de quien es!!

-      ¿Pero qué estás diciendo?

-      La verdad, si no me cree, lea usté esta novela.

-      Bueno, bueno, ya la leeré, ahora no tengo tiempo. –quedó pensativo antes de contestar-. De acuerdo, venir puntuales el día elegido. ¡Puntuales! –recalcó.

-      Por eso no se preocupe. Puntales, seremos puntales. ¡¡Bueno soy yo pa la puntualidad!!

 Esterrato miró a su novia que en crispado silencio permanecía a su lado sin poder literalmente articular palabra.

 -      ¿Qué tienes mi amor? ¡Háblame por lo que más quieras que me estás asustando mucho! –decía agarrando a la chica por los hombros y agitándola como si pretendiera ponerle a su novia los sesos  punto de nieve-. ¡Sestampana! ¡Habla Sestampanita!

-      ¿Para qué quieres que hable? –dijo en un hilo de voz-. Ya has hablado tú demasiado ¿no crees?

-      ¡¡Eso me preguntó don Pacorro!! Que si éramos creentes.

-      ¿Qué contestaste? –preguntó Sestampana temiéndose lo peor, si es que aún podía ser “más peor”.

-      No sé

-      ¿No sabes si crees o no sabes qué contestaste?

-      ¡Las tres cosas!

-      ¿Qué tres? ¡¡Me estás volviendo loca!!

-      ¿A qué no sabes lo que sisnifica tiempo de adventrículo?

-      Adviento.

-      Jajajaja pareces boba ¡Que hace viento dices! Pero si no se mueven las hojas de los árboles, hay calma salchicha.

-      Chicha.

-      ¡Y chicos también hay por aquí! ¿Pero eso qué tiene que ver con el adventrículo?

-      Tanto como tú con la inteligencia.

-      ¿Indigencia?

-      Esta tarde iré a ver a don Salvador Mido. Es el párroco de la iglesia de San Sirolé. Además de toda la vida ha sido mi confesor y me entenderá –dijo desesperada.

-      ¡Como tú quieras! Pero la fecha la tenemos reservada para el mismo día del convite.

-      ¿Seguro?

-      ¡Seguro! No entiendo por qué no me crees.

-      Lo que no entiendo es qué hago contigo Esterrato.

-      Porque tu hijo necesita un padre, pero no te preocupes que ya verás cómo terminarás namorada de mí.

-      ¡¡O colgada de un pino!!

-      El convite va a estar de rechupetarse los dedos cariño –dijo Esterrato por cambiar de tema.

-      ¡Pero si aún no hemos ido a elegir menú!

-      Ni falta que hace ¡¡ya lo hice yo!! Me dijeron que no podían reservarnos la fecha sin saber el menú porque tenían otra pareja que había pedido porsupuesto para el mismo día y que se quedarían con el que les interesara más.

-      ¿Y?

-      Tuvimos una negociazón larga y estendida, pero al final nos hizo la reserva a nosotros ¡¡Buena es mi madre!!

-      ¿Qué tiene que ver tu madre en esto? –dijo temiéndose lo peor.

 Esterrato se puso lívido. Había cometido un grave error y no sabía si su Sestampana podría perdonarle.

 -      ¡Te hice una pregunta Esterrato! –dijo muy irritada.

-      Bueno, en realidad…En realidad al restaurante no me daba tiempo a ir y mandé a mi madre.

-      ¡¡Estás loco!!

-      ¡Tú el caso es insultarme!

-      ¡Cómo se te ocurre mandar a elegir menú a tu madre con lo roñosa que es! ¡A saber qué menú habrá elegido!

-      Bueno cariño, pa eso tendrás que esperar.

-      ¿Por qué?

-      Porque este es el capítulo 10 y pa saber qué menús ha legido, mi mamita, tendrás que esperar al capítulo 15 “El convite”… Te aconsejo que sigas leyendo cariño.

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