DEDICATORIA:



Dedico con mucho cariño este blog a los buenos amigos que se prestaron gratuitamente a ejercer de improvisados actores para que Tele-Le fuera una "realidad". Especialmente a Jesús; pese a todo, él sigue conmigo.

sábado, 23 de enero de 2021

EL PADRE DE ESTERRATO


HISTORIA REAL COMO LA BIRRA MISMA

-CAPÍTULO 9-

-EL PADRE DE ESTERRATO-

Sestampana llevaba varios días barruntando (buena palabra) que la vida del padre de Esterrato podría contener valiosas perlas para esta historia que ocupa mi mente y mis ratos al escribirla y espero que los buenos  vuestros al leerla.

 Había comenzado sus propios preparativos para el bodorrio y aunque la ilusión la tenía más rota que su propia virginidad, no tenía más remedio que continuar con esos planes de boda que ninguna chica decente querría para sí, aunque claro está, si algo no era Sestampana, era precisamente decente y tras saberse preñada de vete a saber quién, no tuvo más opción –como vimos en los primeros capítulos- que agarrarse al clavo ardiendo que le tendía el buenazo a la par que enamorado hasta el tuétano de Esterrato.

 Una bonita mañana de domingo primaveral -al día siguiente de haberse visto- la parejita había quedado en volver a verse en “su” parque, con la sana intención de Sestampana de acuchillarle… no, no penséis mal, (ya le gustaría a ella) de acuchillarle a preguntas para conocer un poco más al familiurrio que en breve iba a ser el suyo para siempre.

 Esterrato había ido a hacer todas las gestiones que su novia le encargó y llegó agotado, pero tan puntual como siempre.

Sestampana se retrasó un minuto y cuando llegó vio como Esterrato se  levantaba del banco con intención de marcharse.

Ese banco bajo un frondoso árbol que le cobijaba de sol, seguía siendo su mejor opción para quedar y quedarse charlando sin optar por una terraza en la que Esterrato hubiera tenido que convidar a su novia (o dejar que pagara ella, que tampoco era tan rumboso Esterrato).

Sestampana apresuró el paso y llegó justo a tiempo de agarrar por el brazo a su novio y detenerlo.

 -      ¿Dónde vas Esterrato? –preguntó extrañada la preñada.

-      ¡Pensé que ya no vendrías y que todo mi trabajo de hoy habría sido en balde! –contestó contrariado.

-      ¡Pero si sólo me he retrasado un minuto!

-      ¡Pues se me ha hecho estreno!

-      Eterno vida mía, tan eterno como se me va a hacer a mí el vivir a tu lado.

-      No sé si eso es bueno, pero oírte decir eso de vivir a mi lado me ha hecho feliz y te perdono la espera que he sufrido.

-      ¡Bueno cuéntame! ¿Qué tal las gestiones?

-      Mal, he desayunau deprisa para no llegar tarde y no pude reposar después del píparo desayuno y he cogido flatos.

-      ¿Qué tiene eso que ver con las gestiones?

-      ¡Ah! ¡Qué bobo! ¡Entendí las digestiones!

-      Bueno ¿cómo van las gestiones? –recalcó- ¿Ya tienes  completa la lista de tus invitados? ¿Sabes si vendrá tu padre a la boda?

-      ¡Estás más tonta que preñada amor mío! –dijo molesto-. ¿No sabes que mi madre es viuda?

-      ¿Viuda o soltera? Que parece que el que no se entera eres tú. Vas a tener que leer de nuevo el capítulo 3. Pone que tu madre nunca conoció varón.

-      ¡Claro, por eso soy huérfano de padre y muy señor mío!

-      Si no conoció varón, ¿Quién puso la semillita?

-      No sé de qué semillita me hablas, mi familia nunca fue de gricultores. Y mi madre me cuenta pocas cosas, no es muy habladora.

-      ¡Mejor no oírla mucho! –pensó Sestampana. ¿Tú no le preguntas?... Bueno, cuéntame tu historia como quieras, porque ya veo que si pregunto te sales por la tangente.

-       Sí, alguna vez pregunto, pero como tú dices, mi madre me sale por detergente.

-      Por la tangente. He dicho por la tangente.

-      ¡Sabrás tú mejor que yo por donde sale mi madre!

-      ¡Vaya! ¡Me estás saliendo respondón!

-      Pues mira, no sé qué quieres decir con esa palabra tan rara. Algunas veces no te entiendo. Hablas con muchas palabras rebuscadas pa hacerte la linternata y eres tan tonta como yo… ¡O más!

-      Literata, puta, no sé de qué más vas a acusarme.

-      No quiero causarte nada, mucho menos enfado.

 Sestampana miró a su novio con ojos de pantera acalorada con ganas de echarle las garras al pescuezo, pero respiró hondo y continuó preguntado.

 -      ¿Tus padres fueron novios mucho tiempo?

-      Sí, mucho, creo que una tarde… pero calla, a ver qué dices ahora que siempre me postillas todo lo que digo, me interrumpes y no podemos seguir dialoguiando.

-      Si no te interrumpo querido mío, será un monólogo.

-      ¿Ves? ¡Otra palabra rara!

-      Venga, no te enfades y continúa contándome. La historia de tu familia parece interesante.

-      Mi madre tenía un novio que se llamaba Aitor.

-      ¡Vaya! ¡Un nombre normal en esta novela! –dijo Sestampana.

-      Aitor Menta Deaire –apuntó.

-      ¡Ya decía yo!

-      Se daba muchos aires de grandeza…

-      ¡Ah sí! ¿Era grande?

-       Era mu pedorro.

-      ¡¡Previsible con ese nombre!!

-      A mi madre no le gustaban esos aires y le abandonó, del disgusto Aitor Menta salió volando como un globo y no saben dónde aterrizó.

-      ¡¡Madre mía, comenzamos bien con las  historias que han pasado en tus antepasados!!

-      Pues me temo que cuando sepas más sobre mi presente y futuro no va a ser mejor.

-      Tranquilo Esterrato, pondré de mi parte todo lo que sea necesario para hacerte muy feliz.

-      ¡¡Qué bonito!! ¡¡Por algo me namoré perdidamientes de ti!!

-      Nuestro noviazgo va a ser el más famoso del mundo. Sólo tiene la escritora que hacer una buena promoción y que se lea mucho esta novela, aunque la pobre, la está vendiendo gratis y de esa forma, dinero no va a ganar escribiéndola.

-      Va a ganar la sastifación de que sus amigos se diviertan leyéndola.

-      ¡¡Claro que si Esterratito!! Venga, vamos a continuar con esta locura.

-      Tuvo otro novio mi madre que se llamaba Francisco Rivera del Duero, un bodeguero borrachín que veía doble y como mi madre nunca se separa de mi tía Mepika, el hombre se volvía loco porque no sabía quién de las cuatro era su novia y la dejó en la bocana del puerto tirada como una colilla.

-      Caliente, encendida y echando humo ¿no?

-      Pues no sé, pero tuvo que dejar de llorarle pronto porque con sus ojillos de puñal clavao en un melón y llorando, no veía nada y se iba dando de golpes. Por eso tienen la cara tan apalastrada.

-      Yo creía que esa cara de pan lechuguino era por sus rasgos orientales –dijo Sestampana-.

-      Claro, también. Los rasgos ya los traía cuando nació.

-      ¿Sufrió mucho tu madre por la pérdida de ese novio?

-      Sufrió más por los golpes en la cara, por eso dejó de llorar, ya te lo he dicho.

-      ¿Qué pasó entonces? –preguntó más curiosa que interesada.

-      Pues que un calvo saca otro calvo y aquella misma tarde se namoró perfídamente de Peskando Kevienendando.

-      ¿Un calvo?

-      No, un azul marino que se fue a altas mares loco por perder de vista a las dos preciosas gemelas.

-      ¡Vaya! ¡Otro desengaño!

-      No, marinero.

-      ¡Continúa, anda, que me estás irritando!

-      Cuando Peskando Kevienendando zampó en su mercante, mi madre quedó en el puerto agitando el pañuelo lleno de mocos y ahí mismo, en ese momento, conoció a Jorge Nitales Estrozaítos.

-      ¡Lo estoy viendo venir!

-      ¿Dónde? ¿Lo conoces?

-      No Esterrato, por su apellido seguro que ahora me dices que era follador poco mordedor jejejejeje

-      No entiendo lo que dices cariño, pero el pobre Jorge tuvo mala suerte.

-      ¡Lógico! Enamorarse de tu madre tuvo que ser horrible.

-      Pues estaban namorados los tres, aunque él tampoco sabía de quien de ellas lo estaba.

-      ¿Qué ocurrió entonces?

-      Que se fue haciendo Fu como el gato.

-      Entonces tu madre y tu tía se quedarían desoladas.

-      No, se quedaron mirando las olas precisamente.

-      ¡Qué románticas!

-      No tardó mucho en llegar por allí un pescador vasco que se llamaba Iñaky Unpeskarín. Al verlas tan solitas mirando al horizonte, se compadeció de ellas y las invitó a dar un paseíto en su barquita.

-      Ohhh ¡Qué bonito!

-      No creas, Iñaky Unpeskarín se arrepintió de haberlas invitado, porque tanto mirarlas embobado, no se dio cuenta de que se había alejado demasiado de la orilla y cuando quiso dar la vuelta no pudo.

-      ¿Por qué no pudo? ¿Qué se lo impedía?

-      No pudo porque vino una ola altísima y se cayó por la bordada de la barquita.

-      ¡Por la borda!

-      Eso he dicho, por la bordada, se cayó y le atacó un escuálido.

-      Escualo.

-      ¿Cómo que cualo? ¡Un tiburón! –dijo molesto-. Era pescador, se cayó al mar y no pudieron hacer nada por él.

-      ¡Lo siento!

-      ¿Cómo vas a sentarlo? El tiburón lo comió de cintura para abajo.

-      ¡Pobrecillo!

-      Son Ganges del anfibio.

-      Gajes del oficio –rectificó entre sin ganas y muy estresada.

-      Eso, gases del ofidio.

-      ¡Menudo disgusto se llevarían las pobres! –dijo Sestampana.

-      Pues sí, fue menudo, no muy grande la verdad. ¿Pa qué querían un novio tronco? ¡Total habían perdido la cuenta de cuantos novios habían tenido esa tarde! ¡Otro vendría que a mí bueno me haría!

-      ¡Menuda tarde atareada tuvo tu madre! ¡Y tu tía!

-      Esfetivamente, pero aún no te he contado lo mejor.

-      Cuenta, cuenta, me tienes en ascuas.

-      No sé qué es pascuas, no estamos en Navidad, pero lo importante es que te tengo –decía feliz el novio.

-      Gracias por quererme tanto Esterrato.

-      Pues como NO te iba diciendo, tras el incidente del escuálido, un barco llevó nuevamente al puerto a mis queridas japochinitas. Mi madre estaba gotada de tanto namorarse y desnamorarse y decidió sentarse a esperar un provenir.

-      Porvenir.

-      ¡Eso! Por venir al puerto esa tarde decidió que nunca más se volvería a namorar porque había sufrido demasiado y se quedó dormida llorando sentada en un bolardo de amarre.

-      ¡Pobre mujer! Tuvo una tarde de mala suerte.

-      Mi tía Mepika se quedó velando el sueño a mi madre, sentada en el mismo bolardo.

-      Qué raro que no se durmiera ella también. Hablan al unísono y todo lo hacen al mismo tiempo.

-      Incluso se lavan los dientes con el mismo cepillo.

-      ¡¡Qué ascazo!! –apuntó Sestampana al borde de la arcada.

-      Es que son muy gemelas.

-      Sí, y japochinas cochinas.

-      Yo las he visto sentadas una pegada a la otra en el Water, con una postura que ya quisieran los controsionistas -decía Esterrato.

-      ¿También se sincronizan para mear? ¿Qué más hacen juntas?

-      ¡Preñarse!

-      ¿Qué dices? –preguntó asustada Sestampana-. ¿Se preñaron las dos? ¡¡Cómo, si no se separan!! ¿Tienes un primo? ¡No me lo habías dicho! ¡No será tan feo como tú! ¡¡Ni tan tonto!! ¡¡¡Los lectores no podrán con otro igual que tú!!! ¿Va a vivir también con nosotros en la Moncloaca? ¡¡No cabremos!!  –decía al borde de un ataque de ansiedad Sestampana.

-      Tranquila cariño que te va a dar algo.

-      Sí, un ataque de ansiedad, lo acaba de escribir la mujer ésta. ¿De veras tienes un primo?

-      No, la que folleteó fue mi tía pero se preñó mi madre.

 Sestampana ante tamaño despropósito, no sabía qué hacer, si cortarse las venas con la batidora o dejárselas largas como las tenía de nacimiento.

 -      ¿Qué dices? –acertó a preguntar atónita-. Explica eso.

-      Pues como mi madre estaba dormida como un tronco y roncando como un cebú con midalitis, mi tía Mepika pudo al fin namorarse por si misma de un chico mu guapo que pasó por allí y se piadó de ella. Tablaron amistad y allí mismo la poseso.

-      Poseyó

-      ¿Tú? ¡Qué sabes tú!

-      ¡Calla y continúa, anda!!

-      Aclárate ¿me callo, continúo, ando?

-      ¡Sigue hablando idiota!

-      Idiota tendrá que ser, porque ya sabes que mu listo no soy.

-      Perdona Esterrato, estoy muy nerviosa. Continúa hablando por favor, que estás en lo más interesante del relato.

-      Poseso, que se la tiró allí mismo.

-      ¡Qué rapidez!

-      Asín es, el noviazgo duró poco porque con los gemidos de mi tía, se despertó mi madre y  el chico salió huyendo sin tiempo ni de subirse la bragueta.

-      ¡¡No sé de qué me suenan esas rapideces cariño!!

-      ¿Por qué lo dices?

-      Por nada Esterrato, por nada.

-      Las dos se quedaron mu tristes porque no sabían el nombre de su hombre.

-      ¿Por qué no sabían su nombre?

-      Porque no se lo preguntarían digo yo.

-       ¡Lógica respuesta! ¿No se volvieron a ver?

-      No

-      Pues qué pena parecía el comienzo de una bonita historia de amor… Bonita o vete a saber.

-      ¿Dónde quieres que me vaya a saber a estas alturas?

-      Sigue con el relato Esterrato, que te enrollas como una persiana vieja.

-      Vale, continúo. Varios días después, mi tía no paraba de llorar y mi madre de gomitar.

-      ¿Por qué vomitaba tu madre cuando tu tía lloraba? ¡Qué descoordinación!

-      Mi tía lloraba porque se acordaba del hombre y mi madre momitaba porque estaba empreñada.

-      ¡¡Pero eso es imposible!!

-      Pues asín fue como concurrieron los hechos.

-      Claro, con razón en el capítulo 3 ponía que tu madre no conoció varón.

 Sestampana no sabía si creer  lo que escuchaba o recordar todo lo que llevaba leído en esta novela surrealista hasta los tuétanos.

No podía juzgar de loca a la escritora. Comprendió que al escribir, al parir tanto despropósito, la mujer mantenía la mente ocupada en crear la historia, evadiéndose del mundo real y de todo lo que pudiera rodearle durante la creación de la historia.

Hilando conversaciones y situaciones locas, no sólo no hacía mal a nadie, más bien todo lo contrario; pensaba que todo aquel que leyera su imposible historia, podría también evadirse del propio mundo cruel que nos rodea a todos y podría gratuitamente esbozar una sonrisa o incluso soltar una carcajada… O no.

 ¡¡Pobre de aquel que piense que está loca, porque el loco siempre será él!!

 No hay mejor cosa en la vida que reír. Si “perder el tiempo” leyendo locuras es ganarle el tiempo a los pensamientos negativos, Sestampana imaginaba que escribirlos debía ser apasionante, gratificante, rejuvenecedor y relajante...

 Sestampana estaba segura que  imaginar escenas tan surrealistas, haciéndolas creíbles como si de una novela “seria” se tratase; seguramente era mucho más difícil que escribir cualquiera de las cosas que su particular escritora escribe en verso o en prosa.

Sestampana se sentía feliz de haber sido elegida para encarnar el papel protagonista de éste despropósito.

 La historia que estaba escuchando contar a Esterrato la tenía preocupada. Quería saber cómo continuaba.

 -      ¿Nunca te dijeron qué aspecto tenía tu padre?

-      No mucho, pero dicen que era guapísimo y muy moreno.

-      ¿De verdad tu padre era guapo? ¡Qué pena!

-      ¿No te gustan los guapos? ¡Claro! ¡Por eso te casas conmigo!

-      ¡No hombre! Me da pena que no hayas salido guapo como él.

-      Confórmate con que no he salido a mi madre.

-      ¡Pues también es verdad! Anda, continúa hablando de tu padre, querido.

-      No me dio tiempo a quererlo. Era mi padre, pero querido, querido, la verdad no mucho… En todo caso fue el querido de mi madre…pero hubiera sido un padrastro mío y a mí no me gusta esa palabra. Prefiero decir uñero.

-      Para no saber nada de tu padre, sabes un montón.

-      ¿Montón es un monte grande? No quiero meter la pata en las respondidas que luego te enfurruñas.

 Hubo un largo silencio. Sestampana a punto del patatús por semejante pregunta absurda, tomó aire varias veces haciendo una respiración que relajara la tensión que estaba sufriendo. Esterrato se percató y se asustó pensando que su novia estaba enferma o algo peor: ¡¡enfadada!!

 -      Sestampana me estás asustando. ¿Qué te ocurre? ¿No te gusta mi historia? Si quieres la cambio.

-      ¿Cambiar la historia? ¡¡Esterrato!! –gritó-. ¡¡No te lo estarás inventando todo!! –logró decir verdaderamente contrariada.

-      Tranquilízate mi amor, no vaya a ponerse nervioso nuestro hijo y cuando nazca no nos deje dormir por las noches.

-      Me lo pones muy difícil para vivir tranquila Esterrato.

-      ¡Qué culpa tengo yo si así currieron las cosas! ¡Yo no me estoy ventando nada!

-      Entonces ¿Tu padre vive o lo has perdido?

-      ¿Yo? ¿Me crees tan despistado como para perder un bulto tan grande?

-      Sí, despistado y despichado Esterratito mío.

-      Pues no sé, yo aún no había nacido y no me acuerdo si se murió o está desaparecido. Al final tendremos que preguntar a mi madre.

-      ¡Uf! A tu madreno me apetece mucho preguntarle nada, además,  cuanto menos diálogo tenga en la novela, mejor para el lector.

-      ¡Pues a mí me parecen graciosas! –defendía el tontito.

-      Sí, sí ¡graciosas! A mí me parecen más insoportables que graciosas ¡¡Y sólo las he visto un par de ratos Esterrato!!

-      Mi vida, ya verás como pronto querrás mucho a las dos –decía poco convencido el chico.

-      Cariño, hablando en serio ¿entonces no sabes si el hombre murió o desapareció?

-      ¿Es una pregunta pletórica?

-      Retórica.

-      retorcida también.

-      Perdona si te ha molestado –dijo la chica tomando la mano al atribulado chico.

-      No te preocupes, comprendo que quieras saber cosas de mi teresante vida.

-      ¿Nunca lo conociste? –volvió a la carga Sestampana.

-      Lo conocí un poco, aunque dejé de verlo cuando yo era muy pequeño y ya sabes que tengo muy mala memoria, por eso no me acuerdo de él.

-      ¿No te da pena?

-      Me da rabia.

-      ¿Rabia no acordarte de tu padre?

-      No, rabia de tener tan mala memoria.

-      ¿Sabes cómo se llamaba?

-      Creo que se llama Retuerto Tanagusto Redolío –dijo al fin.

-      ¿Retuerto? ¡Qué curioso! Nunca había oído ese nombre tan raro. ¿Era español?

-      Era polaco.

-      ¿Polaco?

-      ¡Po sí!

-      ¿Po sí o polaco? –bromeó Sestampana-. Mientras no salga tan tonto como tú, me conformaré. Si como dices tu padre era muy guapo, espero que al menos nuestro hijito se parezca a su abuelo.

-      No sé si te gustará mucho que se parezca a él porque mi padre era guapo, pero también muy suyo, bruto y limpío.

-      Querrás decir impío, ateo…

-      ¡Atento! ¡Yo qué sé si era atento! También eso se lo tendrás que preguntar a mi madre.

-      ¡Uf! ¡Pues me voy a quedar con las ganas! ¡Yo a tu madre no voy a preguntarle ni esto ni otra cosa!

-      Pues te vas a quedar en la napia.

-      Inopia, en la inopia. Me voy a quedar en la inopia –gritó.

-      Lo que tú digas, que parece que todo lo sabes…¡¡¡Y no me grites!!! –gritó más que ella.

... CONTINUARÁ

1 comentario:

Marisa Pérez Muñoz dijo...

Pues tendré que plantearmelo. Me encantaría que pudiera leerlo la gente que en verdad lo aprecia... Como vosotros por ejemplo!!!

Besazos de dos a dos