HISTORIA REAL COMO LA BIRRA MISMA
-CAPÍTULO 14-
-EN LA SACRISTÍA-
En la sacristía antes de comenzar la ceremonia, don Salvador Mido se hallaba tranquilamente nervioso preparando todos los objetos litúrgicos necesarios para oficiar la ceremonia nupcial.
Esas cosillas tan importantes, -que lo son- las solía preparar habitualmente Aminome Lakuelas el sacristán, o en su defecto Estamo Dekohone, el monaguillo, pero ya era tarde y ninguno de los dos aparecía por allí.
La fortuna (o el infortunio) quiso que apareciera por la sacristía Yoteskribo Unaskagadas.
- ¿Se puede don Salvador?
- Pasa, pasa, Yoteskribo Unaskagadas ¿Qué te trae por aquí?
- He venido a traerle a Esterrato una poesía que me encargó para desclamarle en el altar hoy a su novia.
Conociendo la patosería de su “visita” y pese al lógico recelo que le producía, el sacerdote vio los cielos abiertos: Ya tenía ayudante de Misa.
- ¿Se la has compuesto tú?
- ¡Si!
- Conociéndote, ¿no habrás hecho alguna trastada de las tuyas?
- ¡Hombre de poca Fe!
- ¡Precisamente yo de poca Fe!
- Tieniusté razón ¡Ha sido una metedura de pierna hasta más arriba del corvejón! Luego me confesaré.
- Tranquilo, no importa. Oye Yoteskribo, ¿podrías ayudarme a oficiar la Misa? Estoy solo porque no han venido el Sacristán ni el Monaguillo y este vehículo no se puede conducir sin ayuda.
- Pues yo no tengo carné de conducir don Salvador.
- Hombre, hablaba metafóricamente.
- ¿Meta qué?
- Fóricamente…
- Sí un Fórico Fiesta tenía yo, pero conducía muy mal. ¡Figuresiusté! ¡Un día iba pilotando por el desierto y me estampané contra el espejismo!
Don Salvador Mido se llevó las manos a la cabeza… “Menudo ayudante me he ido a echar”.
- Si usté me lo permite, quería hacerle una pregunta.
- A ver, dime.
- Me han dicho que los curas no pueden casarse porque juran pito…
- Te refieres a Celibato.
- ¡Eso! ¡Silbato que es lo mismo!
- ¿Para qué querías saberlo?
- ¡Por alargar un poco este capítulo que se acaba de inventar la escritora esta misma tarde!
- Bueno, a lo que vamos, ¿has ayudado alguna vez a Misa?
- Yo no, pero mi padre trabajó de Santo en esta parroquia.
- ¿De Santo? –preguntó don Salvador esperando cualquier absurda respuesta-. ¿Qué Santo?
- San Cristán. Ya ve, y ahora yo también lo haré muy bien, porque de casta le viene al gallo.
- Al galgo.
- ¿Qué haga qué?
- ¡Déjalo!
- ¿Ya no quiere que le ayude?
- Si hombre sí, que te lías más que la pata un romano.
- Don Salvador, usté conocerá bien a Esterrato ¿no?
- Sólo lo he visto una vez.
- Pues venía todos los días a confesarse.
- ¡Eso no es malo! Denota su buena Fe Católica.
- Pero él se confiesa porque vive en el Bajo D.
- ¿Por qué?
- ¡Por mentiroso! Figuresiusté su novia está preñada de 4 meses y Esterrato no quiso acostarse con ella hasta después de la boda porque defendía que la mujer tenía que llegar Virgen al matrimonio.
- ¡Está apañado! -dijo don Salvador casi en susurro.
- Sestampana siempre fue muy ligerita de pezuñas, se lo digo así entre usté y yo.
- Usted, yo y más de medio pueblo –apuntó pensativo-. Pensé que sería más discreta. Yo sabía que tú…Pero no imaginaba que tú sabrías que yo…
- ¡El mundo es un moquero!
- ¡Ya lo creo!
- Hace bien en creerlo ¡No le voy a mentir yo a usté!
- De lo que estoy completamente seguro, es de que el niño nacerá sin tonsura…
- ¡Ni será escritor! Aunque… ¿Lo de ser esméril, se heredará?
- Bueno, bueno, vamos a ensayar un poco, si no has sido nunca monaguillo, no vendrá mal que te dé unas premisas para que al menos salga bonita esta ceremonia, ya que los novios bonitos, precisamente bonitos no son.
- ¡¡Ni atunes Don Salvador mido!!
- ¡No hijo mío, ni tú un lince!
Yoteskribo Unaskagadas asentía simulando enterarse por no confesar que en realidad no comprendía nada de lo que el cura le decía y así fue el ensayo:
- Abre María Purísima… Sin Pescado Concedida –se apresuró a decir Yoteskribo.
- Espera hombre que eso tengo que decirlo yo –apuntó el cura al ocasional monaguillo-. Ave María Purísima –dijo ceremonioso.
- Sin Pescado Concebolla -contestó el patético escritor, instantáneamente sordo a causa de los nervios.
- Palabra de Dios.
- Te alargamos señor.
- Alabamos.
- Ala, vamos. ¿Dónde vamos? ¡¡Ah perdón ya metí otra vez la pata!!
- Poco a poco hombre que estás aprendiendo.
- He pescado mucho de pensamiento palabra obra sin comisión…
- Omisión hermano
- Palabra y obra en camisón –rectificó azarado. Por mi pulpa, por mi pulpa, por mi gravísima pulpa…
- Culpa, culpa, culpa –dijo con mirada de hiena el presbítero. ¡Por mi culpa!
- Por culpa de don Salvador Mido…
- ¡¡Por Lucifer Rey del averno!!…
- ¡¡Sí!! ¡¡Del haberno matao!! ¡¡Vaya susto!! ¡Encima que me presto a ayudarle!… ¡Qué desagraciado es usted Don Salvador Mido!
- Vamos a olvidarnos de todo este despropósito y empecemos de cero.
- ¿Otra vez desde el capítulo uno o volvemos a leer desde el prólogo? –Preguntó el lerdo.
- ¿Lo dices en serio? ¡No estamos para bromas! -dijo don Salvador Mido un poco ido.
- Soy una persona muy seria, no he bromeado en mi vida.
- Vale, me quedo más tranquilo -mintió cada vez más nervioso el sacerdote.
- Bien, pues hecha la aclaración impertinente…
- ¡Pertinente!
- Eso, eso, pestilente…
- Pertinente
- Hecha la aclaración pertinaz …
- ¡¡¡¡Pertinente!!!!
- ¡¡¡¡Impertinente usté!!!! ¿Por qué me insulta tol rato?
- ¡Tolrato! Dios mío, Sestampana Tolrato. ¡¡Casi lo había olvidado!!
- Vaya memoria tiene usté don Salvador. Acaba de decir hace unas líneas que se acuerda muy bien de ella ¡pillín!
- Venga vamos, que ya van a entrar los contrayentes.
- ¿Contra quién?
-
Sólo le ruego a
Dios Nuestro Señor que te ilumine… ¡Y nos asista! –dijo don Salvador Mido
persignándose convulsivamente mientras juntos se dirigían al altar.
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