-CAPÍTULO 18-
-AMANECE QUE NO ES PUERCO-
Tras la aciaga noche de bodas, Sestampana amaneció resplandeciente y alegre, feliz y pletórica tras haber sido amada varias veces por su marido en absoluta compenetración: penetración, tras penetración placentera.
Sestampana supo que desde el capítulo -1- todo había sido un sueño. Una horrible pesadilla de la que acababa de despertar para siempre.
Palpó su rostro suave como piel de fruta fresca. Sus manos y pies pulcramente maquillados. Su precioso vestido de novia, arrugado y posado sin cuidado sobre la cheslón de cuero negro.
Sus preciosas bragas de encaje yacían en el suelo, junto al sujetador sexi que había realzado su pecho turgente.
Al lado de sus taconazos descansaban los calzoncillos de su marido con dibujitos de la gallina Caponata… ¡Bueno se lo perdonaré, porque bajo ellos se escondió el miembro viril más activo y placentero que conoció jamás!… Y había conocido muchos.
Recordó y se recreó feliz con la remembranza del precioso día de su boda… Desde el instante que se miró al espejo completamente arreglada, preciosa como siempre soñó.
Con su maravilloso ramo de flores Rododendro Magnoliopsida en mano, salió a la puerta de su casa donde la esperaba una nube de vecinas que cariñosamente aplaudieron la salida de la novia dando el brazo a su orgullosísimo padre y padrino.
Enseguida pudo ver la hermosísima calesa tirada por dos caballos blancos, el cochero con librea que le ayudó a subir a ella y bajo su preciosa sombrilla de encaje, y la atenta mirada de su padre, volvió a verse llegando a la iglesia de San Sirolé, adornada por completo con multitud de centros majestuosos de flores Rododendro Magnoliopsida, a juego con su ramo de novia.
En el altar de Santa Rita Rita Rita Loqueseda Nosequita la esperaba su amado y guapísimo Esterrato dando el brazo a su glamurosa madre y madrina Kemesuda Toíto. Vestida ella por el prestigioso modisto extranjero Lodiseño Ytelokobro Apreciodeoro.
Se recreó recordando el precioso y romántico poema que su amado le recitó emocionado en una ceremonia emotiva y llena de momentos mágicos y sorprendentes que sus amigos, y sus damas de honor habían preparado para ellos.
La salida de la iglesia bajo la lluvia de pétalos de rosas… La sesión de fotos con todos sus invitados, ni siquiera se le hizo pesada porque le emoción tapaba por completo el cansancio de ese momento.
Su llegada al Restaurante La Arcada de la abuela: todos sus invitados recibiéndoles brindando por su felicidad con una copa de fresco vino espumoso castellano. El cóctel con delicados y variados canapés y buen vino, la montaña de regalos… la exquisita y abundante comida… el mágico momento de cortar la preciosa tarta obra de su amiga la prestigiosa pastelera italiana Flor Depitiminí.
Cinco pisos de pastel con crema de fresas y nata, decorada primorosamente con rosas en tonos salmón y blanco, coronada por una pareja de novios en lo alto a imagen y semejanza de su amado Esterrato y ella misma, una figura de Lladró y cristales de Swarovski exageradamente ostentosa y carísima regalo de su amigo escultor: Adolfo Rhado.
Tras los suculentos postres, por fin llegó el momento de abrir el baile, en el que los novios pudieron lucirse interpretando una preciosa coreografía que habían ensayado para sorpresa de todos sus invitados, que haciéndoles un gran corro, aplaudían y vitoreaban entusiasmados a la parejita.
Tras el baile de los novios, el padre de ella y la madre de él, tomando el relevo, bailaron una pieza con sus hijos, dando enseguida paso al resto de invitados y poco después al momento del lanzamiento del ramo de la novia que en festivo ambiente, fue a parar a las manos de la mejor amiga de Sestampana: Ana Cardo Borriquero.
Los novios bailaron con todos y cada uno de sus invitados… el día que ambos soñaron se había cumplido con creces. Todo salió a pedir de boca, tan hermoso como lo habían previsto y preparado.
Su noche de bodas en el grandioso hotel: “Casi Palas”, donde tenían contratada la habitación nupcial de ensueño… Esterrato tomó a su amada en brazos y cruzó el umbral de la suite, fundiéndose en un ardoroso beso, preludio de los muchos que llegarían aquella noche de bodas y sexo salvaje, al llegar el íntimo momento de “Al fin solos”.
Desde los arreglos florales a la cena privada, el vino espumoso castellano bien frío, el baño perfumado y relajante con pétalos de rosa y sales (o entras) del Himalaya… Todo estaba listo para homenajear a los recién desposados…
Sobre la mesita de noche descansaban dos pasajes de avión para viajar al Caribe a realizar su soñado viaje de Luna de Miel.
Sestampana con la sonrisa más grande que una mujer enamorada y bien foll… echa el amor, podría mostrar, tras rememorar y vuelta a rememorar el gran día y la fogosísima noche de su boda, escuchó a su lado la respiración tranquila de su admirado y recién estrenado marido.
Su amado Esterrato, guapísimo, vigoroso y musculado, yacía a su lado con idéntica expresión de satisfacción y lógico cansancio tras los envites de una noche de bodas maravillosa y única.
Los amantes volvieron a abrazarse, se besaron con pasión, con ardor brutal y nuevamente hicieron el amor loca y apasionadamente sobre la cómoda cama con sabanas de seda que acogió sus fogosos ímpetus carnales.
Los ramos de “Rododendro Magnoliopsida” que por todos los rincones adornaban la amplia y luminosa habitación nupcial.
El perfume de rosas embriagó su clímax. A punto de alcanzarlo una vez más al mismo tiempo que su adorado esposo, la joven desposada sintió un deseo irrefrenable de… continuar durmiendo.
El olor de “La Moncloaca”, despertó a la desdichada Sestampana que había pasado parte de la noche en absoluta soledad sentada en una silla de enea tan rota en el culo como ella en el alma.
Ya casi amanecía cuando su cuerpo exangüe no pudo más. Se levantó con el cuerpo absolutamente dolorido y a pasos lentos llegó al “aseo”. Un cuartucho que ni taza tenía. Una especie de ducha con un agujero en medio y dos huellas donde poner los pies. En aquel retrete lo único que brillaba era la limpieza, que brillaba… por su ausencia. En tan incómoda postura, sobretodo dado su lamentable estado, echó una larga y sonora meada que retumbó la casa por completo. Cuatro gruesos pedos después, la preñadita caminó hacia el dormitorio que supuestamente compartiría con su eunuquito… sus suegras, y la cortina que separa los dos camastros.
La tenue luz de amanecida le permitió entrar a tientas, y apenas distinguir a Esterrato desperezándose. Aprovechó y casi de un salto se acomodó a su lado. Lo abrazó… no tiernamente, no vayamos a venirnos arriba, lo abrazó en cucharita para no caerse del catre. Esterrato sin embargo entendió el gesto de su amada de forma bien distinta y de un par de movimientos fogosos, se dio la vuelta, y cara con cara, boca junto a boca y sobretodo, nariz junto a nariz, bien cerquita, de ella, sonrió y dijo:
- Buenooooos díaaaas mi amoooor, que taaaaal haaaaas dormidooooo –preguntó Esterrato sin alzar la voz.
- Calla, cierra la boca no vayamos a despertar a tu madre y a tu tía –apenas pudo decir Sestampana.
Prisionera como estaba por los brazos de su pestilente marido. La pobre no podía ni taparse la nariz. Dejar de respirar hubiera sido lo mejor, pero para no volver a hacerlo jamás.
- Haaaaaa sidooooo la nocheeeee maaaaaas maravillosaaaaa de mi vidaaaaaaaa.
- Calla, calla. No sigas hablando.
- Ni túuuuu mi vidaaaaaa. Te huele la bocaaaaa a aliento mañaneroooooo que tiraaaaaa paaaaatraaaaasssss.
Sestampana, optó por juntarse más a su marido, poniendo su mejilla encima de la del escuálido chico, para poder librarse del mareante aliento y los perdigoncitos que al hablar soltaba como balazos. Craso error. De aquella forma, tenía su pobre nariz en plena retaguardia. Esterrato cual chimenea de fábrica: contaminante y silenciosa, soltó efluvios gaseosos tan densos como el humo de un volcán en plena erupción… ¡¡Qué esperabais!!
La pobre e indefensa muchacha, iba a rogarle a su marido que la dejara libre, pero una arcada como las de la mezquita de Córdoba, se lo impidió, al tiempo que él, decía:
- Lo siento cariño, tengo que soltarte, me estoy meando vivito.
- Pues en realidad pensé que estabas en plena putrefacción post mortem.
- Qué humoritiscas te levantas cielo. Eso es que has dormido a pierna suelta.
Sestampana gracias a la micción de su marido, pudo al fin tener la cama para ella solita. Agotada como estaba, no tardó en caer en brazos de Morfeo… Medio minuto después, la cortina que separaba los dos camastros, se abrió de golpe, con tal fuerza que Sestampana lo escuchó como si alguien hubiera dado un fuerte portazo a un milímetro de sus orejas.
- Aliba pelezosa, ¡¡qué holas son éstas de estal dulmiendo!! Levanta que hay que ventilal el cualto. Huele a tigle muelto. No sé cómo podéis sopoltal esta putlefacción.
La muchacha sabía que discutir la orden que sus suegras habían lanzado al unísono, hubiera sido en vano y se incorporó con lágrimas en los ojos.
La luz que entraba por la ventana del cuarto de ellas, le mostró cuán diferente era ese cuarto del que soñó cuando apenas comenzó esta capitulo.
Abrió bien los ojos y vio la mugre en la que había “dormido” donde lo único bonito que había era la foto de su marido sobre la “mesita de noche” y bajo ella una palangana con funciones de escupidera para… Tranquilos que de escupidos no escribiré, si acaso de “cupidos”.
La cochambre absoluta de la habitación combinaba con su estado de ánimo: ruinoso y catastrófico. Esa mañana su levantar nauseabundo no era por culpa del embarazo.
Esterrato, tras su larga meada, fue en busca de su recién estrenada esposa para ir juntos a desayunar a la cocina.
- Cariño, no podemos vivir aquí, estas condiciones son insalubres para nuestro bebé.
- No es cierto, pero si tú dices que hay salubles le diré a mi madre que no eche sal en las comidas.
- Por favor no empecemos tan de mañana. No voy a poder resistir este horror. Salgamos de aquí, te lo pido en nombre de nuestro amor –decía desesperada-. Buscaremos una casa para vivir nosotros tres solitos. ¿No te gustaría?
- Ya lo creo que me gustaría, pero no podemos abandonar a mi madre ahora que por fin va a ser abuela…
- No es abandonar a tu madre es dejarla aquí y marcharnos nosotros solos.
- Pero mi vida, comprende que eso es imposible. Llevo viviendo con mi madre y mi tía desde que nací y no sabría vivir sin ellas.
- Yo te enseñaré Esterrato. Será maravilloso, ya lo verás…
- Además, no es el momento, creo que mi madre tiene un poco de demencia setil.
- ¡Madre mía!
- ¿También la tuya? A mi madre se le olvidan las cosas, está empezando a tener algo de anorexia…
- Memoria…
- No por favor, no te mueras que si te mueres tú, me muero yo.
- Me estás poniendo muy nerviosa Esterrato. ¿Qué médico ha diagnosticado a tu madre esa demencia que dices?
- Nuestra médico de cabezada, la prominente doctora Katrina Ronkoskaya.
- Calla, calla, una rusa que ronca ¡Lo que le faltaba a esta novela! ¡No me jodienkas!
- Dice que tienen las defensas mu abajo y les mandó tomar dinamita.
- ¡A ver si vamos a explotar! –dijo Sestampana con sorna y un poquito de mala leche.
- La verdad, fue al médico porque está insoportable desde que se le está retirando la regla y está con la eutanasia.
- ¡¡Qué bien!! –apuntó con una ironía que Esterrato nunca hubiera entendido-. Al final no me queda claro la enfermedad que aqueja a tu madre.
- Ella no se queja, me quejo yo porque está muy alterada y se enfada por todo. –decía contrariado.
- A lo que vamos, que nos perdemos en prolegómenos. Yo lo que quiero es que nos vayamos de esta casa cuanto antes.
- Tesoro, ya te he dado las razones. No sé si eres muy testadura o esto de querer que nos vayamos a vivir solos es una confabulosación… confabulización…
- ¡¡Dios mío!! –dijo desesperada-. ¡¡Dios mío!!
- Uy, se me olvidó decirte que esa palabra está prohibida en esta casa, porque mi madre es atenta, no cree en Dios
- Será atea.
- ¡¡Será!!
- ¡¡Pero ha sido madrina de nuestra boda Católica!!
- Eso no tiene nada que ver, porque la boda era en la iglesia, no en esta casa.
- Muy bien, ¿a qué dios adora tu madre entonces?
- No me acuerdo del nombre… adora a un gordo sentau que borda…
- ¡¡Buda!!... –apuntó sorprendida-. ¡¡Son hijas de Buda!!
- ¡¡Y tú más!! ¡Bruta tú! ¡No insultes a mi madre!
- La convivencia va a ser mucho más difícil de lo que jamás imaginé. Vámonos ahora que estamos a tiempo –insistía.
- No te empeñes que no me vas a convencerme.
- Si no nos vamos de aquí, por lo menos cambiar de cama, poner una más grande para que quepamos bien los dos, aquí va a ser imposible… Cada vez ms imposible con mi preñez.
- Mira, podremos cambiar de otra cosa, pero de cama no, no puedo coniliar el sueño en otra cama que no sea ésta. En ella nací y en ella han muerto todos mis antespasados y los de la señora que nos regaló la cama mucho antes de que yo naciera… y en ella nacerá nuestro hijito…
- ¡¡No me digas eso!! Está sucia y asquerosa, el pobre niño se va a contaminar en cuanto salga de mi barriga.
- ¡Eso si no se contamina dentro!
- ¿Quieres decir que estoy podrida?
- ¡Bueno, un poquito! No volvamos a recordar tu despertar que momito…
- ¿Esterrato, es que no ves la mierda que tiene esta cama? La cabecera está cuarteada como las arenas de un charco cuando hay sequía. ¡¡No cabe más porquería!!
- Ya, pero lavar los últimos alientos de las gentes muertas, hace que ataquen los espíritus malisnos…
- Pues que vengan todos, vivir rodeados de espíritus no puede ser peor que esto…
- ¡Sí hombre! ¡Lo que le faltaba a la novela! ¡¡Fastanmas y zombises!!
- ¡¡A desayunal!! Si no venís se enflialá el desayuno y se echalá todo a peldel, con el tlabajazo que me ha costado hacel-lo pala homenajeal a la pleñada.
-
¿Lo ves mi vida? Mi madre está estunsiasmada contigo. No podemos
dejarla. Seguro que te acostumbras a nuestra nueva vida junto a ellas y nuestro
hijito.